Positivo débil



Cuando el publicista pasó por ella ese sábado cantaba una canción de los Noel Gallagher en el auto. Andaba feliz, admiraba la carretera y aunque trataba de avanzar sin prisa la emoción lo traicionaba.

El naranja de la carretera junto al sonido de la música le hacían sentir bien en ese momento. Pensaba en lo que haría al verla.

Cuando llego a su casa y tocó el timbre los segundos se le hicieron pesados. El sonido de una puerta al interior generó en él una sensación de angustia, aún no sabía qué decirle.

Ella salió de casa con jeans y sudadera, evito el contacto visual en la calle y entró en el auto rápidamente, sin saludar y viendo de frente. El publicista se acercó antes de cerrar la puerta para darle un beso que fue evitado con un levantamiento del hombro. Algo en él crujió.

Dio la vuelta y arrancó el auto. El volumen de la canción interrumpida por el apagado del motor fue violentamente disminuido cuando la novia elevó su mano izquierda al estéreo. El publicista volteó sorprendido para encontrarla mordiendo su labio superior con las manos apretadas y viéndole fijamente.

- ¿qué pasa? - dijo el publicista con algo de miedo.
- Tenemos que hablar - respondió la novia dejando un velo de incertidumbre en el aire

Tenían la duda. Los tiempos cuadraban, era una posibilidad. Ella y él al inicio estaban tranquilos, no dijeron nada. No era la primera vez que ambos barajeaban la posibilidad de un embarazo. Incluso cada quien por su lado había pasado por esta situación pero ahora era diferente. De verdad se querían.


Habían salido a pasear cerca de casa de la novia pero llevaban ya veinte minutos sin rumbo. No había ninguna palabra en el aire. Sin saberlo ambos tenían miedo de la reacción del otro. No hay peor incertidumbre que el silencio que lo dice todo o que al menos lo aparenta.

En un semáforo, la novia tosió mientras veía por la ventana. Una lágrima rodó por su mejilla que se limpió con la manga de su blusa. El publicista tomó su otra mano. Ella no volteó a verlo.

Siguieron manejando por varios minutos más sin hablar hasta que el publicista subió el volumen levemente al estéreo.

- Si quieres... podemos hacer un estudio - le dijo.

El silencio siguió en el auto.


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