Morir siempre de píe


El publicista pensaba con detenimiento su próximo movimiento, podía ver las torres a lo lejos, atrás de todo. Un caballo pasaba cerca, no estaba seguro de lo que haría pero sabía que de morir lo haría de una forma inolvidable. Ya no había forma de continuar este juego, si habría de morir lo haría de píe.  Levantó la mirada, vio al hombre que no le quitaba de encima la vista.

El publicista conocedor de su destino, sonreía de lado. Bebía vino, eran las fiestas de la merce, ruido en las calles, gente riendo, alcohol por todos lados. A nadie le importaba lo que haría, el tono sarcástico de sus ojos después de una hora de tormento en su contra lo hacía reír dentro suyo.

El publicista sabía que hiciera lo que hiciera estaba arrinconado, iba a morir, a la izquierda muerte, a la derecha muerte, atrás y adelante lo mismo, de cualquier manera, iba a perder.

Las gotas de sudor en la frente lo traicionaban, a su lado, su fiel amigo el colombiano, estaba sentado sin quitarle la mirada. Ambos entendían que era lo último, no había más, era el fin.

- Pase lo que pase, di lo mejor, casi lo logro, casi acabo contigo - dijo el publicista.
- ¡Estabas soñando! jamás podrías vencerme - le respondió el hombre antes de beber vino.
- No me importa nada, si me voy a ir, me llevaré conmigo lo más preciado que tienes -
- Tampoco me importa, ¡Mátala!, ¡Tírala ahora!¡Hazlo ya maricón!, para que acabe contigo de una vez - gritó el hombre.

El publicista sembró el odio en sus manos, se inclinó y entonces empujó a la reina con su peón, el movimiento propició que un alfil mirara directo a su rey que no podía moverse a ningún lado. Estaba muerto. El publicista había perdido el juego por décimo novena vez.

- Jaque Mate - dijo el académico - al menos hiciste lo más inteligente, si el juego continuara, estaría desarmado.
- ¡chingada madre! - terminó el publicista.

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