Hoy es su cumpleaños

Dos días Antes.


El publicista

Habían pasado ya dos horas desde el último bocado y aunque no era uno de esos publicistas fancy haciendo reviews de restaurantes caros tenía antojo de comer ceviche peruano en el lugar de moda. Última cuenta del día y apenas era mediodía y el proyecto personal que en estos momentos requería de su atención, la verdad es que no iba bien, nada bien. No podría decir que era personal cuando en realidad a él lo habían invitado pero lo sentía tan suyo que aunque no lo decía públicamente pensaba para sí que era un asunto personal.

Se llevó las manos a la cabeza. Trataba de recordar cómo entró en "el proyecto cultural" que promovía la ciudad local en la capital del país. No tenía claro si era el ímpetu, hacer algo diferente y dejar de resolver problemas de otras empresas o simplemente cambiar de aires colaborando con otras personas.

Que terrible trabajar con otras personas. 

Las conoció en un fancy bar al que llegó solo, como siempre, para una o dos cervezas con una hamburguesa y a dormir.

Las paredes verde azuladas del lugar le hacían sonreír, era un efecto caótico y sin embargo le gustaba.

- Es que estaría padre hacer algo así, nadie lo ha hecho - dijo la chica uno
- ¿pero cómo lo haríamos? - dijo la chica dos justo cuando llegó la tercera cerveza.

Era un desmadre ir a lugares turísticos, tomar fotos, editarlas y hacer el maquetado de una gaceta impresa para después distribuirla en la capital. Esta gaceta no salía si no había dinero y no como ganancia sino para poder imprimirla. Te digo, no iba muy bien, todos quieren publicidad, pero gratuita "porque es la que funciona". 

El publicista se preguntaba para qué carajos había estudiado publicidad si al final, la mejor publicidad es hacer las cosas bien. Carajo.

Salir de un cubo para en lugar de subir a un cubo con llantas que le llevaba a otro cubo con computadoras ir a algún lugar donde le pegaba el sol le agradaba más de lo que creía.

¿Entonces por qué no iba el proyecto "personal"?, pues bueno, la realidad siempre alcanza a las personas y el ímpetu suele volverse compromiso, en su caso, personal.

Al inicio todo fue genial hasta que la forma de llevar las cosas puso al ego en la mesa lo que le cagaba al publicista porque desde su punto de vista, se pierde mucho tiempo imponiendo opiniones que haciendo el trabajo.

Ya iban dos años de seguir en esto, sin ganancia, sin una amistad cierta pero con el compromiso y orgullo presente de decir "ni madres me voy primero, que se vaya ella", ¿quien ella?, la pinche editora.

Mediodía. A la chingada, se levantó, tomó el portátil y se dispuso a ir por su ceviche y en la tarde ir a leer un libro a su parque favorito.

La editora

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