Cállate y haz negocio



Sentados en el comedor del presidente municipal de este recién pueblo mágico, el publicista y la chica, sentados lado a lado desayunan café con fruta y pan tostado, desayuno americano que tenía la gracia de incluir plátano sobre las tostas. Ninguno decía algo, ambos mantenían la vista al frente y escuchaban atentamente al hombre frente a ellos o bueno, intentaban entenderle porque entre llamadas, recados en papel, su secretario, la chica de la cocina y un chico cuyo función era acercar el encendedor cada vez que el hombre se llevaba un cigarro a la boca que nunca encendía pero que amablemente agradecia cuando se producía el gesto.

- Gracias - le dijo al chico con el encendedor - la cosa está así les depósito los trescientos mil y a cuando acabe el mes me traen los doscientos mil en efectivo ¿Estamos?

el publicista en su afán más ético estaba a punto de abrir la boca para probablemente cagarla como siempre cuando la mujer en un impulso frenético respondió.

- Ciento ochenta, tenemos que hacer el viaje y tener gastos ante hacienda de negocios de por acá.

El hombre frente a la mujer bajó el tenedor con un pedazo de waffle y miró a la mujer fijamente, la luz le pegaba de tal forma que le iluminaba los cabellos de anaranjado a pesar de un negro intenso, sus iris antes negros ahora mostraban un color miel hermoso que combinaba con su tez morena clara recién lavada con jabón neutro del hotel donde publicista y ella pasaron la noche compartiendo la única habitación disponible.

El presidente no bajó la mirada ni un segundo, quizás sorprendido ante la belleza natural de la mujer que para la segunda vez que veía elegía no llevar bra dejando sus pechos al aire mostrando sus pezones erecto bajo la blusa prestada del publicista 15 minutos antes.

- Bien, ciento ochenta, pero me hacen el gasto en el hotel y el restaurante de mis hijos- dijo el hombre llevándose el bocadillo a la boca como cerrando el trato - ¡Martínez!- Gritó.

El asistente apareció en seguida con una llamada al teléfono y una cara de desesperación en el rostro.

- Se lleva a estos jóvenes y les deposita trescientos mil y las da las indicaciones para el evento de mañana, para que me hagan el reportaje - finalizó y movió la mano libre con una señal que invitaba a la mujer y al publicista a abandonar el comedor.

La mujer se levantó de inmediato finalmente le dirigió una mirada al publicista haciendo un guiño en sus cejas para salir inmediatamente del lugar.

Ambos hicieron un además de despedida y se dispusieron a seguir al asistente cuando el presidente hizo el último comentario del día.

- ¡Heey tú! no seas cabrón, si le vas a prestar un boxer a tu novia, dale uno que no tenga caricaturas encima - dijo y volvió al desayuno.

La mujer le devolvió una mirada fulminante al publicista, ambos en calzones de hombre con la diferencia de que ella llevaba la única playera restante de una maleta inexistente armada un día antes cuando los invitaban a "atender una situación en la costa por el proyecto de difusión turística" que había llegado a manos del político.

Habían cerrado el mejor trato publicitario de sus vidas en ropa interior, como debe cerrarse un trato, político empresarial, sin pudor, a lo cerdo.

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