Un trabajo que te llene, un sonrisa que se quede contigo para siempre


En las noches llevaba libros para leer. Su único trabajo consistía en recibir a los huéspedes, darles la llave de su habitación, anotar la hora de llegada y salida. De vez en vez tenía que arreglar algún desperfecto en la habitación. Era recepcionista de hotel pero en realidad era más un motel. Solía reírse cuando recordaba cómo había conseguido el empleo.

-¿ Entonces eres mexicano? - dijo el dueño.
- Sí... desde que nací- respondió el publicista - aquel hombre catalán no supo como tomar la respuesta y sonrío tímidamente.
- bueno, entonces, inicias mañana, llegas a las 8, sólo recibes a los huespedes y arreglas los cuartos si se necesita algo.
- ¿arreglar? ¿hacer la cama, lavar el baño, recoger? - se extraño el joven.
- ¿de qué vas tío?, que para eso viene la mucama en la mañana, no estés de cachondeo - dijo y río - El hombre le dio las llaves y se fue con rumbo a la estaciò de Sants.

El joven, tomó sus cosas y se fue con rumbo a casa, a los bajos de Entença 501. Al día siguiente salió antes de su trabajo en la ONG, llegó al hotel donde le esperaban y le dieron su material de trabajo: una libreta fea con manchas de café, una llave maestra, la clave wifi de los cuartos, una caja de herramientas que consistía en un martillo, dos desarmadores, uno plano y otro de cruz, cinta de aislar, un cutter, un encendedor, una lampara que a veces fallaba, muchas rondanas y tornillos, clips de colores y por increíble que le parecía varias condones.

Cuando la vio por un momento dudo de qué haría con ella, volteó a ver al hombre que se la había dado y le dijo.

- Muy bien, sólo una duda - soltó antes que el hombre se diera vuelta.
- ¿dime? - respondió el caballero al que se le notaba con prisa.
- ¿Entonces con esto resuelvo todos lo que haya que arreglar?¿hay algo que deba saber? - dijo el publicista un poco inquietado.
- Sí... con eso, si tienes una duda de cómo arreglar, no me llames, resuélvelo que para eso eres mexicano.

No entendió muy bien la frase pero asintió sin dudar, 25 euros por noche hacían un total de 750 euros mensuales. Una ayuda importante para vivir en Barcelona. Sacó una goma de mascar y se la llevo a la boca. Sería una buena noche.

Su primera noche pasó sin mayor problema. Algunas dificultades en los idiomas. Había noches que identificaba el francés, el italiano, algo parecido al alemán, a veces ruso, a veces checo. Notó que necesitaba aprender algunas cosas de cada idioma. En las noches, después de estudiar y para matar el tiempo entre pestañeos, buscaba información en internet. Aprendió cosas básicas de algunos idiomas contar hasta diez, decir hola, adiós, firme, bienvenido, gracias. Nada difícil.

Unas noches después empezó a conocer por qué había obtenido el trabajo. Era un jueves, cerca de la 1 de la mañana cuando una mujer rubia, vestida únicamente con una playera larga bajó por las escaleras y habló un idioma que no identificó el publicista, pero supo rápidamente cuál era el problema. Una gotera en el baño que hacía ruido y no dejaba dormir.

El joven tomó la caja de herramientas y subió a la habitación, la mujer se retiro a la cama señalando el baño y después el foco de la habitación, algo como un arreglas y apagas la luz al salir pensó el publicista que volteó a ver a la mujer arropándose para notar cuando se inclinaba que no llevaba ropa interior mostrando un cuerpo perfecto. El hombre a su lado ni siquiera se inmutó con el movimiento de la mujer acostándose a su lado.

Entró en el baño. Efectivamente una gota de agua caía del tanque del excusado, su sonido al caer a la loza del piso era estruendoso. El publicista miró el cuadro y buscó las llaves de paso. No había nada. Era una toma directa. De la pared al tanque había un sólo paso. El problema no era el paso de agua sino una grieta en el tanque que el publicista vio de reojo. Se había formado de alguna forma con el paso de los años.

La mujer gritó detrás de él y el publicista le respondió con un <>, el agua que salía del tanque se deslizaba lentamente hacia el desahogue de la regadera. ¿cuánta agua se tiraba por este desperfecto?, mientras lo pensaba el publicista movía más rápido la boca, un minuto sacó de su boca la goma de mascar que tenía desde hace una hora, la extendió sobre el problema y colocó cinta de aislar como refuerzo de la solución casera. No más gotas, no más ruido. Salió del cuarto apagando la luz de la habitación, escuchó algo que interpretó como un gracias.

El publicista nunca lo supo, pero ese trabajó le ahorró al dueño del hotel cerca de 500 euros mensuales en la factura.

La solución con goma de mascar sigue ahí. Eso lo sabe porque 5 o 6 años  después regresó a ese hotel y revisó el baño, la regadera era nueva, el espejo también.  No tuvo que instalar una nueva goma de mascar, la que estaba había formado una nueva piel sobre la imperfección. Publicista comprometido con el trabajo al final de cuentas.





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