Eres el mar sobre el que floto


Entró al café despacio, con dolor en la cara y una visión borrosa. La reconoció a los cuatro pasos, en una esquina, a lo lejos,  pero siguió su camino. Ella estaba con alguien, su novio tal vez. Ella volteó a verlo, lo reconoció de inmediato. Aunque dentro del publicista había algo que se estaba terminando de romper, no estaba ahí para eso. Ella no disimuló ni un segundo que le veía, incluso justo cuando iba a alzar las cejas en señal de saludo rápido, él giró la mirada hacia el hombre que le esperaba a 3 pasos. Siempre tuvo el corazón roto, una grieta más de esa mujer que tanto amó y dejó para no herirla no haría la diferencia. Eso pensó.


Una gota de sangre salía de su boca.

El sabor a metal de pronto le parecía exquisito. Caminó los tres pasos restantes de forma lenta hacia la mesa del hombre que le esperaba.

El olor a café en el lugar era insoportable. Café gringo pensó mientras jalaba la silla para si y se dejó caer. El hombre lo veía atentamente. No se inmutó con su presencia. El publicista tenía gotas de sangre en su camisa y era imposible ocultar el golpe en el pómulo, aún así le sostuvo la mirada a la persona enfrente de él.

- Gracias por venir dijo el hombre-
-Un placer - respondió el publicista.
-¿está usted bien? -continúo el caballero de chamarra negra y jeans azules como fingiendo que no sabía de los golpes.
-¡Mejor que nunca!¡Más vivo que hace unos meses!- dijo el publicista mientras veía a us ex novia en la esquina tomando las manos de su acompañante.

Se hizo un silencio, el publicista sabía que las miradas estaban sobre él, sucio, despeinado, ensangrentado y madreado. básicamente su día a día desde casi 200 días. Frunció el ceño varios minutos y descubrió que le dolían las costillas, quizás un raspón, quizás un golpe. Trató de que no se notará el dolor. Es poco ético para un publicista venido a investigador privado mostrar el dolor.

"Una cafiaspirina y listo" pensó como si fuera a llegar a la noche. Estaba siendo irónico, como no lo había sido en mucho tiempo.

- ¿Tiene lo que acordamos?- soltó de pronto el hombre.
- Sí - dijo el publicista cuando casi devuelve sangre. Pasó saliva, una muy ácida que casi le hace volver el estomago en el café del hombre.
- Bien... necesito que me lo entregue. Despacio y de una sola vez.
- Lo haré cuando sepa que ella va a estar segura - dijo el publicista mientras sostenía el aire unos segundos, empezaba a sudar y a notar un nuevo dolor en el hombro izquierdo. Abajo de la piel sentía que algo estaba hirviendo. La vista por momentos dejaba de enfocar. Pero aún así deseaba que la hija de su amigo el académico asesinado pudiera escapar sin los pecados del padre encima.
- Creo que no entiende... no está en posibilidades de pedir algo - dijo el hombre de jeans y camisa blanca-
- Creo que el que no entiende es usted dijo el publicista, no sólo tengo lo que me pidió, tengo algo más. ¿Qué sabe usted del oficio 501?

La cara del hombre cambió. No estaba sorprendido sino enojado, incomodo, bebió un sorbo de su café gringo que le quemó un poco la boca. Se limpió con una servilleta y sonrió.

- Está bien, si la dejo libre, quiero ese documento también - dijo el hombre - tienes mi palabra.
- Tu palabra sirve para una mierda, quiero que la dejes libre, ella se va esta noche, no la sigas, se está yendo justo ahora. Quiero que no la molestes o haré público el oficio, no te voy a dar una mierda de lo contrario.

El hombre se le quedó viendo, como si supiera que en cualquier momento el publicista fuera a desmayarse. Se le quedó viendo fijamente y entonces le dijo:

- Ese documento no sirve para nada¿lo sabes no?
- Será un buen año entonces...
- Podré matarla en un año...
- No lo harás... me vas a respetar porque no sabes que más tengo en mi poder...

La cara del hombre cambió por completo. ¿Qué más sabía el publicista?¿qué otra cosa había encontrado el publicista en la casona de la víctima?¿el arma? No, era imposible, la había escondido muy bien, nadie podría encontrarla nunca. El publicista sonrió y entonces con media sonrisa en la boca volteó a ver hacia la mesa del fondo donde estaba su ex, esa mujer que acompañada de un tipo sonreía. Sonreía bella, feliz y tranquila. De reojo volteó donde él,  sólo para encontrar los huesos rotos de ese hombre que alguna vez amó hablando con un enviado del político más grande de la ciudad. El mismo hombre que había asesinado a su amigo, el padre de la hija que estaba a punto de escapar.

El silencio se hizo insoportable. El hombre de jeans se recargó hacia atrás en su asiento mientras le veía los ojos al publicista, los ojos rotos, vidriosos con cuencas cansadas y las bolsas de carne pidiendo dormir. El hombre de jeans recibió una llamada.

- Ella se está yendo - dijeron del otro lado del celular- el publicista sabía lo que estaba pasando, ella estaba huyendo, lo estaba logrando, al menos una cosa le iba a salir bien esta noche -¿señor?¡ella está escapando!¿la seguimos?¿señor, la seguimos?- dijo su interlocutor antes de que el ruido de un impacto crujiera en la bocina.

Después de unos segundos en los que publicista y hombre de jeans se sostuvieron la mirada el adolorido publicista dijo:

- Déjala ir - el hombre de jeans encabronado, dio un sorbo al café caliente y dijo- Te voy a matar aquí mismo si no me das todo - remató.
- Ya estoy muerto desde que entre y vi aquella esquina- respondió mientras veía a su ex en la esquina del café, ella fingía que no le veía, tomaba las manos del hombre con el que estaba y se las llevaba al rostro, sonreía, el publicista triste de momento en el fondo estaba feliz. Sonrió. Habían pasado 5 minutos, tiempo suficiente.

De pronto el valiente publicista, sabiendo que serían sus últimas palabras se inventó una frase inteligente, probablemente la última de su vida, así que quería decir algo muy ingenioso. Fue a sus adentros, no se le ocurría nada, de pronto la imagen del principito hablando con una rosa le llenó la mente.

 -Lo esencial es invisible a los ojos y tú, mi querido jijuepuerca amigo, tú, estás ciego si crees que te vas a librar de esta...  .

El hombre se levantó de imprevisto, violentamente empujó la mesa y sacó una pistola, el publicista cayó de espaldas. El dolor en el hombro le pareció insoportable. Por unos segundos perdió el aire, el hombre le tomó de los cabellos y le impactó el rostro contra el suelo. La madera se llenó de sangre, la boca le hormigueaba y un dolor de cabeza le hacía sentir mareado. Del impacto rebotó y recibió una patada en el estomago. Estaba frito. Al menos su ex le vería morir. Eso le hacía reír. Nunca había tenido ese sentimiento de querer reír mientras te está cargando la chingada. Era algo nuevo.

- ¡Te va a cargar la verga! - gritó el hombre de jeans mientras las mesas alrededor se esparcían sobre el local. Los gritos se hicieron presentes, la confusión de los comensales provocó un caos en el café. Un mesero en el fondo soltó los platos. El sonido al caer de la loza provocó más confusión. El publicista iba a cumplir el deseo de su ex novia frente a ella. Cerró los ojos.

Era Febrero, ella estaba frente a él, estaba hermosa, como siempre, moría por besarla y aún así no lo hacía. Estaban en un auto, ella lloraba y él, ¿él qué hacia?, no podía recordarlo. ¡Bum! otra patada en la espalda esta vez. Iba a morir y lo único que podía pensar era en la vez que terminó con su novia mientras arqueaba la espalda de dolor ¡Como amaba a esa mujer!

El hombre de jeans se arrodilló y le acomodó de frente, puso la pistola en la cien del publicista quien cerró los ojos y se escuchó a si mismo decir, "adiós señorita, la fundación le agradece sus atenciones pero nos tenemos que ir a la chingada". Nunca quiso dejarla, en ese momento que sabía que había un cañón en su cabeza lo entendía perfectamente. Dejar a su novia fue lo peor que hizo en la vida.

Un silencio y de pronto la nada. El ruido de los autos en la calle desapareció, no había más pasos corriendo, ni gritos, nada. La nada estaba con él. Pensó que estaba muerto, que ya no estaba aquí en este mundo. Se sintió en calma, en completa paz, sin deudas.

Lo había conseguido, el hombre de jeans sería atrapado, o al menos visto por redes sociales, lo que provocaría que el político corrupto sería llevado a juicio, la hija de la víctima estaría a salvo y la memoria de su amigo el académico muerto a manos de este hombre con jeans y pistola en mano seguramente descansaría en paz. Pensó para si. Un hermoso sueño si no fuera porque  estaba en México.


Abrió los ojos.

El hombre de jeans caía a su lado con una ola de sangre bañando su cabeza, el sonido de su craneo cayendo a su lado fue ensordecedor. Algo crujió. Algo se había roto, Había recibido un impacto tremendo en el parietal que lo había desconectado de este mundo. El publicista miró a un lado, hacia arriba, al centro, con visión borrosa hasta que ella apareció con lágrimas en los ojos. Su ex novia había tomado una maceta de barro pesada e impactado la cabeza del hombre de jeans. A pesar de que toda la gente del café había huido ella se había quedado a regañadientes de su acompañante.

La tierra de la maceta cayó en su boca y sus ojos, el publicista sentía que le ardían hasta los pensamientos. Pensó que ella le odiaba y había salido corriendo. Sorpresas de la vida. Vaya publicista de mierda que no puede cumplir los deseos de la gente que ama.

"Ojalá te mueras" recordó que le grito ella cuando cortaron antes de bajarse del auto.

Pues no, no lo había conseguido. Estaba vivo. De hecho ella le había salvado. Como siempre, como ella lo hacía siempre: lo salvaba de un madrazo.
















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