Quizás siempre estemos enamorados pero no podamos decirlo nuevamente

En el auto el publicista no dejaba de pensar en tres cosas al mismo tiempo, el dolor en la cara, que iba un auto con su ex novia  acompañada de un tipo y todo el enrollo en el que estaba metido con la hija que manejaba el volante. Todo se le juntaba al mismo tiempo. Estaba feliz, triste, adolorido, madreado, inconsciente y ansioso. No sabía que hacer con todo. Así que hizo lo que le pareció mejor, ser irónico, con una voz suave soltó unas palabras que no fueron escuchadas en los asientos de adelante.

- ¿Viste la madriza que le puse a ese pendejo? - dijo mientras se percataba se encontraba en la parte trasera de un auto, su ex le sostenía la cabeza, el acompañante de su ex iba de copiloto y la hija al volante.
- ¿En que carajo andas metido? - susurró su ex mientras le veía la frente ensangrentada.

El publicista desapareció al segundo siguiente. Pudo sentir su cabeza en las piernas de su ex y como ella le jugaba la frente con la mano derecha. Algo dentro suyo se sentía bien. Habían pasado días deseando de nuevo este momento y había sucedido de una forma inusual, casi un año deseando esto y pasaba de esta forma.

Recordaba los días que pasaban juntos, las tardes de pláticas, las horas viendo series, jugando juegos de mesa y hablando por horas. Se sentía bien aún con la boca rota.

Abrió los ojos cuando el auto pasó un tope sólo para encontrar los ojos de ella que lo veían con lágrimas guardadas y con media sonrisa en el rostro que él sabía era la forma de decirle que todo iba a estar bien. Intentó sonreír sólo para mostrar unos dientes ensangrentados que hicieron que ella soltará una lágrima por la mejilla que cayó directamente en su cara y le recorriera del pómulo hacia el cuello.

Fue un instante cuando supieron que quizás siempre estarían enamorados pero no lo dirían y mucho menos en ese momento.

- ¡Entra aquí- dijo el copiloto a la conductora. El auto entró en la calle y se estacionó ágilmente  entre un vocho y una camioneta, justo al lado de un auto frondoso.

Caía la noche, habían pasado quince minutos desde el altercado, la luz violácea en cielo indicaban las 7 y media de la noche. El auto pasaba desapercibido. Era un Jetta Blanco con calcomanías a lado de la placa trasera que no se veían por tener la camioneta detrás. El tipo fue el primero en bajar, la hija dentro del auto se pasó al lado del copiloto y salió por el mismo lado, ambos se inclinaron a la altura de la ventana y abrieron la puerta. El publicista parecía estar desmayado.

- ¿Cómo está?¿Quién es él? - dijo el copiloto exaltado mientras veía a la exnovia.
- Un amigo - respondió la mujer sabiendo que no había tiempo de explicar algo.
- ¿Respira? - Preguntó la hija en un tono de preocupación que llamó la atención de la mujer con la cabeza del publicista en las piernas.

Algo dentro de ella se incendió, le dieron unas ganas de separar su cuerpo en dos, sostener al publicista y otra parte suya romperle la boca a esta mujer vestida en pantalón ocre y camisa azul marino con cabello amarrado. Si no fuera porque sabía que un golpe le dejaría el ojo morado a la chica de tez blanca y probablemente no obtendría respuesta de qué estaba sucediendo lo hubiera hecho. ¿cuántas veces le dijo el publicista que controlará su carácter?¿20?¿30?, no lo sabía pero eran insuficientes, aún así la ex novia guardó la calma.

- Sí, está bien - respondió - ¿Qué está pasando? -preguntó mientras su acompañante que iba de copiloto volteó a verla esperando la misma respuesta.

Se hizo un silencio corto, la hija tomó aire y cerró los ojos. Un auto pasó lentamente. Todos se agacharon sólo para percatarse de una mujer de edad avanzada que transitaba lentamente en la calle.

- Hola, me llamo Veronica Montecinos - Dijo mientras ponía la mano en la pierna del hombre en la cama que seguía perdido en su limbo. No eran tiempo de presentaciones, por lo que la mujer dijo - él es Juan, yo soy su ex - mientras abrazaba al publicista

Los tres se vieron a los ojos en un zigzag inquietante. Todos voltearon a ver al publicista.