Autumm Shade - Destrózame

 Habían llegado a la mitad de la botella de mezcal, y la plática comenzaba a tener sentido para ambos, ella había puesto su canción de funeral y él la escuchaba completa, de vez en vez volteaba donde ella y le asentía a lo que ella encogía los hombros. La cerveza se había terminado y solo quedaba un tanto de mezcal, pero él tenía calor y ganas de orinar. El publicista se levantó y fue a la parte de atrás del restaurante, no había nadie, le dieron ganas de orinar y volteando grito su necesidad. Fue hacia el baño del otro lado de la recepción.

En el camino notó que comenzaba a caer la noche, el naranja violáceo de la tarde había casi desaparecido. El hotel estaba casi a oscuras si no fuera por la pequeña luz del corredor frente a la recepción, la iluminación submarina azul de la alberca y la tenue luz del interior de restaurant, el hotel estaría oscuro.

Entró al sanitario y evacuó todo el liquido que pudo, no pensaba en nada. Solo tarareaba la parte de la canción del velorio de ella, justo cuando ella cerraba los ojos, era bellísima esa parte.

Salió sin lavarse las manos, caminó despacio y al pasar frente al restaurante notó el refrigerador y pensó en revisarlo, quizás encontraría otro six de cervezas.

Antes de entrar de entrar por completo al pequeño restaurante de tres mesas su compañía había desaparecido. No les extrañó al publicista, abrió el refri y sí, ahí estaba otro six frío de cerveza, lo tomó sin dudarlo. Pagaría por el mañana.

¿Cuál fue su sorpresa al llegar a su asiento?, ella estaba dentro de la alberca con la cabeza en el filo de la escalera.

- ¿Mucho calor? - preguntó el publicista desde el restaurant.

Ella alzó la mano mostrando algo que parecía ser un cigarro, el publicista comprendió de inmediato en acto de caballerosidad que bajo otras circunstancias no habría entendido que la dama quería fuego.  Regresó de inmediato hacia el pequeño restaurant y se dirigió hacia el refrigerador en dirección a la estufa para recoger una cajetilla de cerillos que había notado antes. Camino de regreso donde la mujer, un pequeño cosquilleo apareció bajo su lengua.

- ¿ya fumas? - preguntó.

- Me lo dieron hace rato junto con la botella de mezcal - respondió ella, el publicista se percató que la mujer había entrado a la alberca solo con la ropa interior.

- ¿Mucho calor? volvió a preguntar el publicista viendo a la mujer a detalle con la poca luz en el espacio - más bien muchas ganas de hacer del baño - le respondió la mujer lo que provocó una carcajada en el publicista y una sonrisa que nunca le había mostrado a aquella impertinente dama.

- Tienes un linda sonrisa - dijo ella - deberías sonreír más -

- No siempre hay un motivo como tú. - respondió al instante el publicista en franco coqueto mientras ofreció fuego a la mujer - préndelo tú y me das un poquito - le dijo ella - yo nunca he fumado esto y tú sí-continuó.

El publicista no supo qué pensar, no era que le molestara el comentario sino que era verdad pero no sabía porque ella lo sabía.

Lo prendió y le dio un tiro largo, guardó la respiración unos segundos mientras ella lo veía para después pasarlo a las manos frías de la mujer quien dio también una aspiración larga para terminar ahogándose y soltado el cigarro a la orilla de la alberca cayendo en un charco de agua lo que apagó el cigarro.

Ambos rieron para sí y para el otro. El publicista le ofreció una cerveza que ella tomó después de otro trago de la botella de mezcal que el publicista terminó.

El publicista respiró lentamente y el piso desapareció. El sonido del mar le colmaba dentro, se quitó los zapatos y entró a la piscina, caminó unos pasos y una mano lo tomó por la espalda se giró para encontrarlo todo en una mirada. El universo estaba ahí, en silencio, con las estrellas y el mar de testigos. Un beso largo selló todo, se abrazaron y en ambos algo se sintió bien. Era como estar en casa después de un mal día de calor. Los turistas de las relaciones fracasadas se habían encontrado al fin. 




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