Algo sobre el publicista

Venía caminando sobre la oscuridad de la calle, iba con rumbo al departamento pasada la medianoche, la Ciudad de México le sonreía por única vez en lo que llevaba de conocerla, la sonrisa le sabía a melancolía, recordaba como la ciudad le había arrancado un amor de una mujer hermosa que había decidido ir a estudiar a la UNAM y a la que ayudó a preparar durante un año el examen de admisión cuando vivían en otra ciudad.

Cuando ella logró entrar a la universidad estaba feliz y triste a la vez. Había tanto que decir, sentir, imaginar y al mismo tiempo no había tiempo. Todo había sido perfecto; enamorarse y despedirse.

Chasqueó la boca mientras se pegaba a la pared del lado izquierdo de la calle paralela a Bellas Artes, antes de llegar al parque y continuar hacia el Barrio Chino se llevó la mano izquierda a la frente y empujó sus lentes.

El aparador de un restaurante chino mostraba Xi Um Pe Yong en el menú. El antojo de las horas le llevó a sentarse en una de las mesitas sobre la calle. el vecino chino le saludó y alzó la mano como en señal de referencia, el publicista hizo el ademán correcto.

- Lo de siempre por favor - dijo y se dejó caer en la silla, la calle peatonal en penumbras se mostraba plácida con él.

No sé por qué cuento la historia del publicista como si fuera lejana, como si se tratase de otra persona, supongo es así, porque cuando vio a su ex novia raptada por esta ciudad caminando lentamente a unos metros de él sintió lo mismo que cuando vi una foto de ella con el cabello morado y una sonrisa que me decía lo feliz que era viviendo aquí.

El silencio y el pasar desapercibido valió la pena cuando la escuchó alejarse cantando una canción de la banda favorita de ambos en esos años de compromiso por un pinche examen que acabaría con la felicidad del momento. Ella era feliz, el publicista y yo habían cumplido.



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