Satélites yendo a trabajar

 Estaba desesperada viendo el ordenador, una parte de su mundo colapsaba y ahí estaba sentada viendo la luz de la pantalla sin decir palabra, era buena en el trabajo para fingir que estaba enfocada en algo y tener la mente en Júpiter. El pago se había retrasado otra vez y le depositarían el 17 o 18.

La vida en casa era una mierda. La vida en el trabajo también pero al menos le pagaban o bueno le daban café y galletas.

La última pelea en casa había arrojado una maleta pequeña con apenas ropa para 4 días, la amenaza de no volver si la madre no terminaba con el nuevo novio y la sensación de hacer lo correcto en el momento incorrecto. 

Había dormido la noche anterior en la estación de autobuses y dejado la maleta en el guarda equipaje de la estación consumiendo cincuenta pesos de los 200 que aún tenía, había gastado otros cinco en la entrada al baño para lavarse la cara y asearse un tanto.

El agua helada tocando su piel le crispó los nervios. Pero aún así, ni una llamada de la madre en el teléfono, lo que implicaba dos cosas, o la ausencia de notoriedad o que no le tomaba importancia a la huída. Cualquiera de las dos la tenía frente al monitor de la computadora en el trabajo comiendo su quinceava galleta y segundo café.

¿La madre realmente estaba enamorada?¿Ella estaba haciendo una escena sin sentido?¿Podría conseguir un descuento con el moreno chaparrito del guarda equipaje?

Sumida en sus pensamientos no fue capaz de percibir que tres metros adelante su jefe presentaba a su maestro de nuevas tecnologías en la maestría de su universidad. Cuando reaccionó a la breve presentación un bolígrafo le señalaba seguida de una indicación parecida a algo como "llévalo a contabilidad" a lo que ella por inercia asintió. Era una maestra fingiendo atención cuando no era así.

El tipo caminó lentamente cargando su mochila en dirección a ella. Era ya cerca del medio día. 

La community manager se lamentaba de sus acciones pero no estaba dispuesta a buscar a su madre para pedir ayuda económica, necesitaba un trabajo donde pagaran puntual o por lo menos le dieran más que galletas y café. Ahora con todo tenía que ver de cerca a su maestro sólo para sentirse sucia por no haberse lavado el cabello.

- Hola, ¡qué gusto! - dijo el publicista a un metro de distancia.

Ella sonrió de lado, en el fondo feliz de encontrar a una persona que le transmitía confianza, no confianza para abrirse a alguien, sino de esa confianza con perfume cálido y cómodo cuando ves una película de Tarantino sin entender nada.

- Sí, qué gusto ¿Qué hace por aquí? - respondió ella tratando de averiguar la indicación que le habían asignado pero no había entendido.

- No me hables de usted no estoy acostumbrado y bueno, entregue un proyecto de auditoría a las redes sociales de la empresa - dijo el hombre de jeans, playera y saco azul.

Cuando terminó la frase la community sintió el mundo venirse abajo ¿una auditoría?¿qué carajos es una auditoría?¿perderé mi trabajo?¿qué voy a hacer ahora? pensó la mujer que sólo alcanzó a medio cortar la sonrisa.

La vida es un mierda pensó.





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