Nada tiene sentido en esta realidad

El sonido de una gota de agua cayendo del grifo del baño le despertó. Ese sonido constante tendría al menos una hora sonando y sin embargo ella permanecía inmóvil en la cama pero con un remolino dentro de su cuerpo que de vez en vez le provocaba un sonido raro en su estómago que hacía que un gemido leve de molestia saliera de su boca.

El cuarto frío y azul le recordaban la vez que de niña soñaba con conocer Alaska. No tenía idea de cómo era Alaska pero en algún libro de primaria había visto la imagen de un témpano de hielo con su base azul y un blanco inexplicable coronando su existencia. Solía imaginar cualquier lugar con estos colores como el lejano pedazo de hielo inhabitable que los hombres colocaban arriba de sus mapas geográficos que coloreaba con sus lápices "la brujita".

Aunque no podía seguir durmiendo no era capaz de levantarse de la cama. Dentro de su delgado y blanco cuerpo, el mezcal, vino y cerveza tenían una batalla campal a 3 bandos, cada uno defendiendo su parte. Era como el cielo peleando contra el infierno y su cuerpo en medio.

De vez en vez sentía un ácido subir por su esófago, llegar a la traquea y quemarle todo por dentro. En aquel cuarto con aquel silencio sólo podía pensar en la noche anterior.

Antes de que el ácido saliera de ella incendiando el lugar, se contenía como podía para no volver el estómago en la cama de su amigo de hace más de veinte años.

Entre el malestar imaginaba al publicista que en ese momento, debería estar como ella pero frente a un salón de clase en alguna universidad de la ciudad. Seguro maldecía, tomaba café que alguien le hubiera llevado de regalo y explicaba alguna diapositiva. Ella no entendía cómo podía estar frente a aula, no a esa hora, no en ese momento que una amiga, estaba completamente ebria en su cama con ganas de devolver el estómago pensando en no estar.

En el fondo, eso le molestaba ¿cómo pudo irse con un par de horas de sueño y dejarla ahí tirada en la cama? ¿cómo había logrado levantarse, meterse al baño, ducharse, salir y cambiarse?

 Bueno quizás lo primero lo entendía, lo que no entendía era cómo había podido vestirse en el mismo cuarto donde estaba ella.

- ¿Estabas despierta? - preguntó el publicista sorprendido mientras se abotonaba la camisa y dejaba la toalla sobre un gancho en la pared -¿desde hace cuánto?- volvió a preguntar sonrojado.

Ella sólo arqueó las cejas hacia arriba y con media sonrisa de lado se llevó la cobija hacia el rostro.

- Nos conocemos de hace más de 20 años, supéralo - dijo ella.
- Sí, cierto - dijo el publicista mientras subía el pantalón cubriendo lo último de desnudez que le quedaba.
- ¿Por qué usas boxers de super héroes? - preguntó la amiga bajo la cobija.
- En el fondo, pongo en riesgo a quienes conoces mi verdadera identidad - soltó el publicista antes de una carcajada.

Ambos rieron, como en el salón de la escuela secundaría cuando andaban por los 12 años. La vida los había puesto en contacto por casualidad hace un par de años, el grupito de amigos estaba ahí, intacto, uno que sabía donde estaba el otro, ese otro que estaba con otro y así, hasta que la vieja guardia se juntó un día antes en un restaurant, cena que terminó en un bar, que siguió fuera de un Oxxo, donde ella simplemente no pudo caminar - Vamos a mi casa - dijo el publicista, se subió al auto sólo para encontrar a la amiga sentada y medio dormida. Al llegar a "casa"no había nadie más siguiéndolos.

El publicista salió del cuarto acomodándose el cinturón y sonriendo completamente. Ladeaba la cabeza mientras tomaba una mochila y las llaves para salir.

- No tardo, voy y regreso en hora y media.
- ¿Cómo puedes pararte?, ¡sólo has dormido 2 horas!
- No sé, es lo que hago, cumplo - dijo el publicista.

Tenía una cara terrible que da dormir un par de horas, él sabía que no tenía caso ir a clase, se trataba de atender la presentación final de un par de equipos cuya calificación estaba asentada. Aún así, siguió caminando por la casa buscando las llaves del auto, estaba a 10 minutos del lugar y sin embargo, con la cabeza mareada no sabía cómo iba a resultar las cosas.

Ubicó unos lentes oscuros a un lado de la mesa de las llaves y se los puso.

- Vuelve a dormir, no tardo y salimos a desayunar ¿vale?- dijo antes de salir.

Ella volvió a acomodarse en la cama, debería irse a su casa, pero estaba muy cómoda como para hacerlo en el momento así que se inclino de lado y dejó caer su cuerpo. Cayó dormida casi inmediatamente.

Afuera del cuarto, una pequeña brisa con ligeras gotas de lluvia calaban el amanecer de este nuevo día. Un olor fresco a tierra mojada abrazaba el sueño de la mujer que soñaba estar en otro lugar, en otro tiempo, quizás diez años menos, quizás veinte, en su primer o segundo empleo, en el mercado con su mamá eligiendo tomate y cebollas, en la playa donde conoció el mar y se enamoró, quizás quería encima del árbol de su niñez donde en la noche veía las estrellas, quizás un sí, quizás un no, quizás la flauta de pan de secundaría, quizás simplemente otro lugar sólo ya no estar aquí. Morir.

La ropa que llevaba puesta, una camisa blanca y lo que aparentaba ser un gafete de empleado con el nombre de Karina seguida de la letra M estaban atados a la camisa rasgada, lo sentía porque un aire frío entraba por la camisa bajo la cobija, lo que hizo llevarse la mano al pecho para dentro de su somnolencia percatarse que no llevaba el bra puesto. Sonrió.

Dentro de su sueño, ella caminaba dentro de un edificio gris, con poca iluminación, cada metro que avanzaba daba la impresión de conformarse el espacio físico con todo y personas. Era como si no hubiera un final, se trataba de un edificio infinito. Todo estaba y existía al mismo tiempo. Todo estaba ahí, las personas que quería, las que no, las que le hicieron daño, por las que se equivocó. Su padre al final del pasillo le evitaba, ella a lo lejos por cada paso que quería acercarse el hombre se alejaba. Este Zoom infinito le produjo nauseas que hicieron despertara sólo para hacer a un lado la cobija y devolverse encima de la camisa de empleado, para su fortuna, logró taparse la boca por lo que sólo su ropa se mojó, se levantó de golpe y fue en busca del baño que encontró justo saliendo del cuarto.

Se arqueó frente a la taza del water y volvió todo el estómago.

Después de unos minutos sintió bienestar en su cuerpo, bajo la palanca del sanitario y se limpió la boca con parte de su brazo derecho.

Al salir del baño y verse frente al tocador del breve pasillo encontró en su cara paz, una paz que no había sentido en años.

Se levantó la camisa laboral para que sus pechos desnudos cayeran al aire, pequeños, duros, infantiles, algo que no creció justo desde la secundaria. Era momento de tomar un baño. No sabía por qué pero estaba feliz, muy feliz, se sentía llena, empezó a recordar la noche anterior, el pasado golpeaba la memoria pero lo hacía de una forma graciosa. Caminó de regreso al cuarto para buscar una toalla que no encontró pero que le llevó a ver su bra sobre la cama, volvió a sonreír.

- Sí... hace más de veinte años - escuchó detrás de sí.











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