Dont look back in anger

 Sobre la avenida, reclinado en la ventana fría con la ex al volante, su novio y la hija de su amigo sentada a su lado pensaba que debían volver al café y buscar la memoria USB enterrada en el piso de maderas. Era la única salida. Tendrían que exponer a todo a quien estuviera vinculado con el asesinato de su amigo.

Apenas podía moverse cuando se dio cuenta que no podría bajar del auto aunque quisiera. Le dolía todo el cuerpo. Tendría que pedirle a alguien que lo hiciera por él. Habían pasado un par de horas en un cuarto de motel poniéndose de acuerdo, contándose la parte de la historia que cada quien sabía.

La más interesante sin duda era la de la ex. 

"Te dieron la madriza más grande que le han dado a alguien en apenas un minuto, sigues siendo una nena para los madrazos".

Un resumen muy válido para alguien que le encantaba el dolor en los cuartos de motel aunque esa vez la intención en el lugar era otra.

Entre analgesicos, un chingo de voltarex emulgen, gasas y curitas andaba el publicista en un auto desconocido. De reojo veía al novio de vez en vez voltear hacia la ex y gastar una mirada de diez segundos viendo a la mujer al volante y maldiciendo estar ahí.

- Tengo que volver - al fin dijo el publicista reincorporándose en el asiento trasero y viendo hacia los ojos negros del retrovisor.

La hija volteó a verlo sólo para decirle, no podemos, vamos a casa de tu ex. Tenemos que escondernos. Los ojos del retrovisor volvieron la mirada al frente seguidos de una mueca antes de girar en una esquina para ver si lograba dar la vuelta.

- Me lleva la chingada - dijo el publicista sabiendo que todo había sido en vano.



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