Viajar Ligero

 Como todo viaje en esta vida, hay un momento en el que se compra el pasaje de ida y otro cuando se ve el itinerario del vuelo de regreso. A veces se tiene la certeza de saber a dónde se va, otras veces, uno es un pasajero en esta vida. 

El publicista sabia de eso, a veces reconocía cuando se iba otras cuando llegaba. Con el tiempo empezaba a jugar con este hecho, estaba en el futuro, en el pasado, estaba aquí, estaba allá, existía ahora o después, los vuelos hacia adelante, los vuelos hacia atrás, el pinche jet lag. Odiaba la vida de aeropuerto, le cagaba no saber en qué aeropuerto amanecía, si iba o regresaba.

Hola, adiós, gracias, por favor, sí, no, no sé, ya. Palabras que ya dominaba en varios idiomas aunque en realidad sólo necesitaba estar a tiempo... él nunca estaba a tiempo justo, o iba adelantado o retrasado, nada sucedía al momento necesario.

El puto súper poder de estar en dos lugares al mismo tiempo.

Ahora estaba sentado en algún lugar del Prat, veía hacia un aparador, esperaba la llamada. Una vida estaba ahí, tanto había sucedido que no era capaz de saber realmente cuándo fue que compró el pasaje para este viaje de más de 10 años fuera de casa.

Aprendió a solucionar cosas infinitamente insolucionables. Eso le dibujaba una sonrisa en el rostro mientras veía su reflejo en un aparador jalando una maleta, de pronto se encontró dando media vuelta hacia el gate para encontrar que aún no le llamaban. 

El puto súper poder de anticiparse a lo que aún no va a suceder.

¿que sería lo primero que haría al encontrarse allá a donde iba? ¿Qué se hace? suponía que respiraría fuerte y profundo mientras cerraba los ojos y... no... nada... era medio menso para los pinches romances  eufemismos de medio vuelo.

El puto súper poder de ser uno mismo.

La sombra falsa provocada por la luz de los aparadores mientras volvía al asiento donde estaba ella con sus dos hijos le regresó la calma y el hambre por ser más y mejor.

Una parte de la historia con pasaje anticipado.