Maravillas de la vida moderna
Nota mental para mi mismo.
Cae la noche sobre sus espaldas, el humo de cigarro llena todo el espacio. La hija estaba fuera del cuarto fumando un cigarro de menta recargada en la pared viendo de frente al recién vehículo entrada al motel.
Afuera una pequeña lluvia de junio dejaba espejos en el piso que reflejaban ligeramente el gris del cielo en el gris del pavimento. Habían transcurrido más de 8 horas pero el otro tipo había negociado el precio de la estancia para 4 personas alegando que habían entrado "apenas hace unos minutos".
Para ese momento la mujer que cuidaba del motel no estaba del mejor humor para pelear sin personal de seguridad en el lugar. Además no pensaba hablarle "al pendejo de su marido" para que hiciera su trabajo al menos una vez al mes -es que nunca pasa nada - le decía el hombre y se encerraba en la sala de la casa de la mucama a ver la TV. Cobraba sin trabajar o bueno, sin ir al trabajo porque la mujer hacía las dos labores y sólo recibía un pago. La duda se apoderó de la mujer porque no había anotado la hora y en el fondo de su corazón, comprendía la necesidad de una orgía de 4 personas a falta de amor en su hogar porque su marido no tenía intención alguna de dejar la pantalla de la televisión.
El descuido de la mucama-policía terminó dándole la razón al tipo. El astronauta de la mentira había ganado en esta ocasión.
En el interior del cuarto habían restos de comida traída del restaurant vecino, colillas de cigarro y calcetines. Todos apestaban. El publicista seguía sentado frente a la ventana tratando de llevar hacia si el olor de la tierra húmeda pero el cemento sólo transmitía a agua estancada después de la lluvia. El dolor en el torso estaba desapareciendo poco a poco. Sólo le dolía cuando respiraba.
La ex estaba recostada en la cama durmiendo. La hija fumaba sentada a la orilla del cuarto de motel y el novio, estaba cagando.
No estaba seguro de cómo había terminado en este lugar con este equipo tan raro. Quizás, ¿Este era el cielo?¿el infierno?, sí el infierno era lo más posible, un cuarto de motel con la hija de su amigo muerto, el nuevo novio de su exnovia, la amada ex novia y él. Vaya publicista de mierda.
- ¿Qué hora es? - preguntó el publicista.
No hubo respuesta alguna, se conformó con suspirar viendo hacia la mujer en la cama que tenía una lágrima resbalando en la mejilla. Se paró y se acercó hacia ella. La mujer no se inmuto y cuando el hombre se sentó en la orilla de la cama le sonrió.
- ¿cómo estás? - dijo ella
- bien - dijo el publicista - ¿qué hacías ahí?
- yo debería preguntarte eso y debería preguntarte más pero sólo necesito saber una cosa - El publicista extrañado ladeo un poco la cabeza y le miró atentamente mientras le mujer le llevaba la mano izquierda hacia su pecho - ¿me extrañas?
Cae la noche sobre sus espaldas, el humo de cigarro llena todo el espacio. La hija estaba fuera del cuarto fumando un cigarro de menta recargada en la pared viendo de frente al recién vehículo entrada al motel.
Afuera una pequeña lluvia de junio dejaba espejos en el piso que reflejaban ligeramente el gris del cielo en el gris del pavimento. Habían transcurrido más de 8 horas pero el otro tipo había negociado el precio de la estancia para 4 personas alegando que habían entrado "apenas hace unos minutos".
Para ese momento la mujer que cuidaba del motel no estaba del mejor humor para pelear sin personal de seguridad en el lugar. Además no pensaba hablarle "al pendejo de su marido" para que hiciera su trabajo al menos una vez al mes -es que nunca pasa nada - le decía el hombre y se encerraba en la sala de la casa de la mucama a ver la TV. Cobraba sin trabajar o bueno, sin ir al trabajo porque la mujer hacía las dos labores y sólo recibía un pago. La duda se apoderó de la mujer porque no había anotado la hora y en el fondo de su corazón, comprendía la necesidad de una orgía de 4 personas a falta de amor en su hogar porque su marido no tenía intención alguna de dejar la pantalla de la televisión.
El descuido de la mucama-policía terminó dándole la razón al tipo. El astronauta de la mentira había ganado en esta ocasión.
En el interior del cuarto habían restos de comida traída del restaurant vecino, colillas de cigarro y calcetines. Todos apestaban. El publicista seguía sentado frente a la ventana tratando de llevar hacia si el olor de la tierra húmeda pero el cemento sólo transmitía a agua estancada después de la lluvia. El dolor en el torso estaba desapareciendo poco a poco. Sólo le dolía cuando respiraba.
La ex estaba recostada en la cama durmiendo. La hija fumaba sentada a la orilla del cuarto de motel y el novio, estaba cagando.
No estaba seguro de cómo había terminado en este lugar con este equipo tan raro. Quizás, ¿Este era el cielo?¿el infierno?, sí el infierno era lo más posible, un cuarto de motel con la hija de su amigo muerto, el nuevo novio de su exnovia, la amada ex novia y él. Vaya publicista de mierda.
- ¿Qué hora es? - preguntó el publicista.
No hubo respuesta alguna, se conformó con suspirar viendo hacia la mujer en la cama que tenía una lágrima resbalando en la mejilla. Se paró y se acercó hacia ella. La mujer no se inmuto y cuando el hombre se sentó en la orilla de la cama le sonrió.
- ¿cómo estás? - dijo ella
- bien - dijo el publicista - ¿qué hacías ahí?
- yo debería preguntarte eso y debería preguntarte más pero sólo necesito saber una cosa - El publicista extrañado ladeo un poco la cabeza y le miró atentamente mientras le mujer le llevaba la mano izquierda hacia su pecho - ¿me extrañas?
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